Universidad Autónoma de Aguascalientes

Ciclones y sequías

PDF | 35 | Hace 2 semanas | 31 octubre, 2024

Dra. en Admón. Sandra Yesenia Pinzón Castro

Hace unos días, en la Universidad Autónoma de Aguascalientes realizamos un Bootcamp dedicado a la temática de la innovación para un futuro hídrico sostenible. En dicho evento, además de fomentar el emprendimiento y la creatividad de estudiantes de todo el estado, ofrecimos una serie de conferencias enfocadas, en esta edición, a problemas como la insuficiencia del agua potable, el uso de este líquido y las formas en que podemos mejorar nuestros hábitos personales y colectivos para ayudar a mejorar nuestra perspectiva a mediano y largo plazo, en lo referente a la disponibilidad que tendremos de este recurso indispensable.

Teniendo como referencia ese evento, en esta ocasión quisiera compartir con ustedes un par de apuntes que espero sean de utilidad para que juntos sigamos haciendo conciencia sobre éste, que debe ser uno de los temas en los que tendríamos que estar poniendo más atención:

Hace apenas unas semanas, la Comisión Nacional del Agua informó que “el nivel de llenado de las 210 principales presas del país” había alcanzado un promedio del 60%. Pero de este total, 64 presas de hecho ya estaban al 100% de su capacidad de almacenamiento.

Paradójicamente, en alguna medida le debemos estas buenas noticias a la descompensación en los ciclos estacionales, que este año nos trajeron un número importante de huracanes y tormentas tropicales, los cuales incluso comenzaron a producirse mucho antes de lo que se tenía previsto y, además, algunos fueron especialmente devastadores.

La situación un tanto inédita que estamos viviendo y que nos ha beneficiado este año en lo referente al abastecimiento de presas (aunque a un costo alto, si observamos los daños de los desastres naturales) no augura resultados positivos a largo plazo: si lo podemos pensar de esta forma, hemos ganado un poco de tiempo contra la escasez de agua, pero los problemas de fondo siguen ahí, y continuarán empeorando si no diseñamos y aplicamos estrategias que generen un cambio positivo.

Quisiera poner sobre la mesa, sólo a manera de ejemplo, algunos datos compartidos por la ONU. De acuerdo con esta organización, alrededor de dos mil millones de personas en el mundo no tienen acceso a servicios de agua potable gestionados de forma segura; de ellas, casi 800 millones no tiene absolutamente ningún acceso a servicios básicos de agua potable. Imaginemos este terrible escenario: más de 700 veces la población de todo Aguascalientes sin ningún acceso a agua apta para consumo humano.

Además de lo anterior, la ONU nos recuerda que, de acuerdo con sus cálculos, unas mejores condiciones de agua, saneamiento e higiene evitarían casi medio millón de

muertes anuales. Otros dos datos que no se pueden dejar pasar es que el 90% de los desastres naturales están relacionados, de una u otra forma, con el agua y, finalmente, que la agricultura representa el 70% de la extracción mundial del vital líquido.

Hablar de este problema da para muchísimo más porque, desgraciadamente, sobran ejemplos de enfermedades, crisis y hasta quebrantamientos económicos generados por falta de agua, por su contaminación o por malos manejos de la misma. Y justamente por ello, tenemos que empezar a hacer más eventos de concientización y generación de estrategias, a menor y mayor escala, para darle la vuelta a la moneda y utilizar de manera inteligente este recurso indispensable para nuestra sobrevivencia y desarrollo. Necesitamos de más conferencias, talleres, investigaciones y proyectos que concienticen a la población y a los distintos sectores de la agricultura, la ganadería y la industria en general, pero también que generen soluciones importantes para un mejor almacenamiento y aprovechamiento en el uso del agua. Es muy importante que las instituciones educativas pongamos nuestro granito de arena en la suma de esfuerzos para mejorar la situación.

Más allá de lo anterior, estoy plenamente convencida de que mejorar nuestro entorno siempre empieza no con acciones gubernamentales (aunque sin duda son indispensables), sino con la educación y el comportamiento individual de cada uno de nosotros. Por eso, en el marco de un año especialmente difícil para todas las comunidades que sufrieron grandes estragos debido a ciclones y huracanes (y también en un contexto donde la falta de agua ha estado afectando a miles de millones de personas) las y los invito a que seamos elementos de cambio positivo. Hay mucho que podemos hacer desde nuestros ámbitos familiares y profesionales para ayudar a que la situación mejore y, ciertamente, es una tarea urgente si queremos que todas las personas gocen efectivamente del derecho de vivir en entornos dignos, seguros y saludables.

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