Universidad Autónoma de Aguascalientes

Democracia, conocimiento y sincretismo: la importancia de noviembre en nuestra cultura

PDF | 463 | Hace 12 meses | 17 noviembre, 2023

Dra. en Admón. Sandra Yesenia Pinzón Castro

Junto con septiembre, el mes de noviembre es uno de los más importantes en el calendario de efemérides de nuestra nación, debido a que conmemora el segundo evento político-militar y civil más importante de nuestra historia: la Revolución Mexicana. Suceso que no solo puso fin a una dictadura, sino que sentó las bases del esquema de elección democrática y de no-reelección que actualmente rige en el país y generó las condiciones para que se escribiera y aprobara la Constitución Política que, aún con innumerables adendas y modificaciones, sigue vigente en nuestra república. Todas estas bases con el paso del tiempo se volvieron fundamentales para que, décadas después, comenzara a ser posible la alternancia política y el respeto a las decisiones de la población, con respecto a las personas y partidos a los que dan su voto de confianza.

Ahora bien, además del movimiento maderista y de los posteriores levantamientos al interior del país que siguieran a la Decena Trágica y al encumbramiento del usurpador Victoriano Huerta, noviembre cuenta en su haber con otras efemérides que, aunque pueden ser un poco menos llamativas porque no tienen las implicaciones sociopolíticas de los eventos ahora mencionados, no por ello dejan de tener una gran importancia para nosotros, sobre todo en lo referente a la construcción identitaria y cultural de la nación.

Sin ir más lejos, el dos de noviembre conmemoramos a los fieles difuntos, celebración mejor conocida en todo el mundo como el Día de Muertos: una de las muestras más notables del sincretismo cultural que ha hecho de nuestra nación un atractivo universo de folklor, tradiciones milenarias y diversidad.

En el Día de Muertos, catalogado por la UNESCO desde 2008 como Patrimonio Cultural de la Humanidad, se recogen creencias religiosas importadas originalmente de Europa, así como rituales provenientes de la cosmovisión de los pueblos originarios de Hispanoamérica. El resultado es la fiesta colorida, alegre y al mismo tiempo profunda que todos conocemos.

Otra celebración de carácter nacional de enorme importancia, aunque no alcance la atención que brindamos a las efemérides anteriores, es el Día Nacional del Libro, establecido el 12 de noviembre en honor al Natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz: la más grande poeta nacida en nuestras tierras y un referente obligado cuando se habla de literatura mundial. El Día del Libro, por su parte, rescata de forma implícita uno de los más grandes logros de la nación, consistente en la alfabetización masiva de la población mexicana, así como la distribución a gran escala de libros gratuitos como parte del plan del sistema educativo. Asimismo, es una fiesta de la democratización de la cultura y el conocimiento, el placer de la lectura y, principalmente, dos de los más grandes inventos en la historia de la humanidad: los libros -en cualquiera de sus formatos- y la imprenta, que abrió las puertas de la educación y el saber a todo el mundo.

Finalmente, entre el puñado de efemérides que conmemoramos este mes, quiero referirme casi a manera de curiosidad a un detalle vistoso e importante para nuestro estado: aunque cada año celebramos nuestra feria más importante en abril, lo cierto es que su primera edición ocurrió un 5 de noviembre de 1828, y durante varios años la verbena se llevó a cabo en este mes, en las instalaciones de lo que hoy conocemos como el Parián, justo enfrente del Edificio Central de nuestra máxima casa de estudios. Diversas circunstancias nos llevaron a cambiar de fechas y de locaciones esta fiesta, que hoy día es la más grande del país, pero nunca está de más tener en nuestro acerbo de cultura general el conocimiento de dónde se encontraron sus raíces…

Cierro este mensaje invitándolos, como siempre, a que mantengamos viva la memoria de aquellos sucesos que nos permitieron construir la patria que hoy día tenemos, porque olvidarnos de nuestras raíces y de nuestra historia podría llevarnos a cometer errores que vulneren la democracia, la educación y la diversidad que actualmente gozamos… Honremos entonces nuestra historia, desde la reflexión y la memoria.

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