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OPINIÓN | Lilia Ivette Miranda, egresada de la Maestría en Ciencias Económico y Administrativas con enfoque en Mercadotecnia, correo: ivette.miranda@edu.uaa.mx
Malcolm Gladwell en su libro «Fuera de serie. Por qué unas personas tienen éxito y otras no», sugiere que el genio individual no solo se debe a la brillantez intrínseca, sino también a factores externos como oportunidades únicas, cultura y circunstancias sociales. Con esta premisa en mente, me aventuro a reflexionar sobre uno de los directores mexicanos que, desde mi perspectiva, ha dejado una huella significativa en la cinematografía nacional.
Jaime Humberto Hermosillo pasó gran parte de su vida viviendo con su madre en Aguascalientes. La influencia de esta relación marcó su perspectiva artística y posiblemente se reflejó en las temáticas familiares exploradas en sus películas. Su legado cinematográfico, por lo tanto, no solo se limita a su genialidad innata, sino que se entrelaza con las complejas interacciones de su vida, demostrando que el éxito excepcional es el resultado de una amalgama de elementos que rodean la trayectoria de una persona.
Corrían los años 90 cuando, en la clase de cine, mi profesor nos encargó revisar algunas películas del cine mexicano de las décadas del 70´ y 80´. En ese momento, mi decepción fue considerable, ya que en mi opinión el cine de esa época carecía de méritos rescatables. Durante la clase, nos mencionó a directores como Arturo Ripstein, Felipe Cazals, Jaime Humberto Hermosillo y Alfonso Arau. A regañadientes decidí conseguir una película de alguno de estos directores, quienes en ese momento eran poco conocidos, al menos desde mi perspectiva de estudiante ignorante. Así que me dirigí al videoclub de la casa de Los Arquitos para encontrar una película, y me topé con «La pasión según Berenice» (1976) que me llamó la atención por haber sido filmada en Aguascalientes.
Al llegar a casa, preparé mi videocasetera VHS, tomé mi cuaderno y, con pesar y desgano, comencé a reproducirla. Para mi sorpresa, la película me cautivó desde el primer momento. Además, los paisajes me resultaban familiares, ya que la trama se desarrollaba en la ciudad de Aguascalientes, en la transición de los años 70 a los 80. La película presentaba un guion sólido, una construcción única de los personajes y, sobre todo, reflejaba la complejidad de la sociedad de la época. Jaime Humberto Hermosillo lograba retratos vívidos de la clase media de entonces, evidenciando y criticando fuertemente la hipocresía que se ocultaba tras las apariencias. Esta película abrió para mí un nuevo universo y me hizo comprender que, si quería entender cómo comunicar mensajes de manera audiovisual, debía comprender la narración desde su esencia.
En ese descubrimiento de un director local que trascendería en el tiempo, me encontré con «Doña Herlinda y su hijo,» una película de 1984 que narra la historia de Doña Herlinda, una mujer dedicada exclusivamente a la crianza de su hijo, un médico de clase acomodada que mantiene una relación con Ramón, un estudiante de música. La trama se complica porque Doña Herlinda no acepta que su hijo sea gay y quiere que se case con Olga. Para lograrlo, ha ideado un plan para que todos vivan juntos y ella pueda tener el nieto que siempre ha deseado. Esta fue la primera película mexicana en la que se presentaba abiertamente una pareja homosexual. Humberto Hermosillo continuó con su sólida construcción de personajes, historias profundas y críticas sociales a la clase media, además de introducir la perversidad en los personajes. En este caso para mí, Doña Herlinda se lleva el premio por su planificación de la vida perfecta para mantener las apariencias.
La narrativa cautivadora de este cineasta me envolvió por completo, incitándome a explorar más de sus títulos. «La Tarea», una película del año 1991 que generó sensación no solo por su trama, sino también por la maestría con la que fue concebida. Con tan solo dos actores en escena y empleando planos secuencia extensos, me hizo recordar «La soga» de Alfred Hitchcock. En dicha obra, Hitchcock se veía obligado a realizar cortes cada diez minutos debido a la duración estándar del carrete de 35 mm; sin embargo, el director simula no realizar cortes logrando que la película se perciba como un extenso plano secuencia. En «La Tarea», Jaime Humberto Hermosillo logra construir una historia sólida y bien narrada mediante pocos planos, transformando lo aparentemente sencillo en una genialidad. Este trabajo no solo marca su destreza cinematográfica, sino que también deja entrever el estilo distintivo con el cual Hermosillo interpreta la vida, un rasgo que continuó explorando y apreciando en su obra.
Han pasado algunos años desde que dejé un poco de lado el mundo del cine, pero aún recuerdo con claridad varios títulos que disfruté de este talentoso cineasta, tales como «De noche vienes Esmeralda», «Naufragio», «eXXXorcismos» y «Las apariencias engañan», solo por mencionar algunos.
Este director revolucionó su época y, gracias a su visión única de la sociedad, su trabajo fue reconocido con varios premios otorgados por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, Heraldo de México, Periodistas Cinematográficos de México (PECIME), la Diosa de Plata y el Ariel. Además, recibió reconocimientos en festivales de diversos países, como España, Canadá, Cuba e Italia, entre otros. Su impacto en la industria cinematográfica se refleja en la multiplicidad de galardones y honores que ha cosechado a lo largo de su destacada carrera.
Concluyo estas líneas con un pensamiento muy particular, el maestro Jaime Humberto Hermosillo fue un director poco valorado en su época, luego de explorar más películas de este gran cineasta, comprendí que sus películas eran material esencial para los estudiosos de la comunicación, el cine, la sociología y varias carreras que se adentraran en su peculiar estilo, ya que ofrecían una visión de la sociedad mexicana de aquella época. Sin lugar a duda, Humberto Hermosillo tenía una visión adelantada y no escatimó esfuerzos en compartirla con el mundo a través de sus cintas.