¿Te interesa conocer más sobre la UAA? Encuentra información sobre nosotros y nuestra historia. ¡Escríbenos!
Complementa tu formación con nuestras opciones de pregrado y posgrado, cursos de extensión académica, diplomados y cursos de idiomas que tenemos disponibles para ti.
Anímate a convertirte en uno de nuestros estudiantes. Encuentra información sobre nuestros servicios, oferta educativa y procesos de admisión.
Infórmate acerca de todos los beneficios que te ofrece la UAA, como las instalaciones y servicios, oferta educativa, deportes y alternativas de apoyo.
Atrévete a expandir tus horizontes y ampliar tus conocimientos al estudiar fuera del estado o del país. ¿Estudias en otro lado y te interesa venir de intercambio a nuestra universidad? ¡Infórmate aquí!
Porque el proceso de aprendizaje nunca termina, infórmate acerca de los servicios y opciones que la UAA tiene para ti. Conoce más acerca del apoyo y las convocatorias disponibles.
Da clic aquí y encuentra información sobre los servicios que ofrecemos como la Bolsa de Trabajo Universitaria o la Unidad de Negocios, así como eventos y convocatorias.
Entérate de las noticias más recientes e importantes de nuestra universidad.
Colaboración | Iván Yahir Gómez Mancilla, ingeniería en Computación Inteligente, tercer semestre
Cielo cálido, blanco y brillante, que se torna anaranjado a las orillas.
Es la primera vez que recuerdo poder delimitar las nubes, las estrellas y los vientos, todos caben en el sol.
Más allá, detrás del nuevo astro, no hay nada, pero la hirviente masa se inflama a temporal de segundos o incluso menos, algo más pequeño, más delgado que un momento.
Perdí los ojos, no puedo ver nada. Puede ser un eclipse, esos dejan ciegos.
Me queda mi oído, suficiente para encontrar un susurro lejano que se acerca y crece, como hace nada creció el cielo.
Dejó de ser suave, se convirtió en regaño y rugido. Grave, profundo, revuelve mi interior, se siente como marearse por dentro.
Azota como tromba y colecta a rastras lentas, pero de paso grande, aullidos humanos; la versión más animal y primaria de un lamento: la que necia a la muerte, gasta su vida en un grito.
Por cada muerto diez garras y por cada garra una herida en mi carne que rápidamente se rasga. Ninguna de las manos que lo intentaron lograron aferrarse a mí, al contrario, me llevaron consigo a pedazos.
El ardor de la flama lastima el frente de mi cuerpo, cuerpo que ya añora su carne. ¿Ahora que soy? ¿Espíritu? ¿Alma? ¿Mente? ¿Nada? Seguro Dios sabrá responderme.
Atravieso un muro con mi espalda, o el muro lo atravesó el que iba antes de mí, no sabría decirlo con exactitud. Sucedió muy rápido y ya no siento dolor.
Mis pulmones se quedaron atrás y alcanzo a ver mis ojos a unos metros de sus cuencas; mis pestañas empiezan a quemarse como lo hace la mecha que retarda una explosión: tomándose su tiempo.
Conozco la mano que me alcanza, es suave y tibia en el medio del infierno.
Tenía que ocurrir. El fuego alcanzó al golpe y sé que soy parte de la llama, pero no me quemo.
Bien podría dormir aquí. Es cómodo y familiar, familiar como vientre.
Hoy soñaré bonito, porque me contaron un cuento al oído; me dieron las buenas noches y dijeron que dormiría bien la luna larga, a pesar de que apenas salió el sol.
«Sueña con los angelitos»… escuché.