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Colaboración | Ivan Yahir Gómez Mancilla, estudiante de Ingeniería en Computación Inteligente, quinto semestre.
Prólogo
Rebosa urgente el agua al pecado.
La nube que del cielo regala hijos,
apaga con ellos el trigal que arde.
Sumerge en sí el océano al volcán
y prolifera hirviente el vapor de su vientre.
La espesura retoma lugar como en agua el aceite,
y pinta de tiznado el ave del espíritu;
trastoca el cíngulo que ahora ciñe la garganta,
la capucha cubre de la vista de dios los pecados del santo,
así como las manos sucias se ocultan bajo el sayal.
A la biblia le fue robado un pasaje:
“Aquel tiempo en que se crucificó también al padre”.
I
Se siembra hiedra tras su paso descalzo,
es la hierba que ata a quien erra el camino.
Es el pecado que abraza y condena
y su profeta que lo gesta sobre la tierra.
Mientras camina todos los suelos,
envenena lo que es bueno.
Protervo y sucio, infecta y enferma,
como el vinagre al vino,
como Adán con Eva.
¿Quién sabrá de su rostro la mirada?
sí lo único conocido es su sonrisa malvada.
Dos colmillos le protagonizan el retrato,
las tentaciones las susurran las serpientes de sus manos.
Poco habla y menos clama,
se limita a profesar bajo murmullo lo jamás santo.
La balanza que arrastra está en desequilibrio,
así como su libro de leyes,
con cada hoja atestada de oscuridad y de castigo.
Carga un incensario cuya brasa es del árbol de los olivos,
misma que despide bruma fétida e impregnante.
Su sacrosanta vestidura
es el velo que se rasgó del templo.
II
Me ofreció amar lo que nunca pude amar
y por lo que sería eternamente odiado.
Me ofreció la libertad
a cambio de un pacto de sangre.
Ofreció sabiduría,
pero enmudeció ante mi cuestionar.
También hablo de poder
y temía le arrebataran sus potestades divinas.
Lo asimilé humano, con miedos y dolores.
-” ¿Qué le debes al cielo?”
Ingerí curioso sobre su arcano pasado
-” Solo el orgullo por el que fui expulsado”
-” Careces pues de propiedad sobre tu ser”
-” Podría decir lo mismo de ti y de todo quien te sea similar”
-” No eres tan distinto a mí, por tanto”
Afirmé queriendo constatar mi pensamiento pasado
-” Mucho más cercano de lo que puedes creer,
tanto más, que cercano refiere inmensa nuestra distancia.
Somos hermanos, pues tenemos de igual al padre.”
-” ¿Qué he de aprenderte?”
-” La miseria”.
Como hermano decepcionado de sí,
volvió a su perpetua vista al suelo,
escondió entre la tela de sus mangas las sierpes,
su murmullo tarareo un salmo,
el hábito retomo su balanceo
y las pestes se me alejaron
al paso que el demonio se iba.
III
Vagabundo ente terrenal,
tanto divino como malvado,
ahora también misero y avergonzado,
que encuentres en la muerte paz
o en vida la redención a tu caída,
que para el padre seas hijo pródigo
y su mano estrechez como antiguo amigo.
Te encontrare radiante en los cielos,
tan venerado como lo fuiste en el origen
y tan distinto a cuando me encontraste.
Espero yo también llegar a las alturas que tus alas te eleven
y escuchar de tu boca las palabras que el oficio te impedía pronunciar.
Tan distinto y tan aparte,
tan similar, tan cercano y tan amigable.
¿Cómo odiarte?
¿Cómo amarte?