Universidad Autónoma de Aguascalientes

La página en blanco

gaceta uaa

COLABORACIÓN | Daniel López Romo, egresado de la Lic. en Comunicación e Información y de la Maestría en Investigaciones Sociales y Humanísticas, correo: daniel.lopezromo@edu.uaa.mx

 

Miro la página en blanco, ese espacio terrorífico que acecha los sueños de toda persona que ha vivido y se dispone a poner una palabra detrás de otra. Sin importar si estás a punto de escribir un reporte de lectura, un ensayo o la parte del proyecto en equipo que te tocó escribir para armar esa quimera que terminamos entregando a las profesoras y profesores todos los semestres, sabes tan bien como yo que una página en blanco asusta más que la primera vez que viste a la niña del exorcista recostada plácidamente en su cama por primera vez en una pantalla.

Ese temor lo sentimos siempre también cuando estamos por escribir una columna, un poema, un cuento, o un mensaje importante en nuestro celular para preguntarle a la persona que nos gusta si le gustaría ir al cine con nosotros, cuando en realidad lo que queremos decirle es que le amamos más que Jack a Rose en el Titanic y que tenemos la disposición de dejarles nuestro cachito de puerta e irnos como collar de cuarenta mil quilates hasta el fondo del mar con tal de salvarle.

Al escribir, al igual que al vivir, los momentos previos al acto son los que nos conllevan a construir monstruos y escenas épicas en nuestra cabeza. Pensamos cosas como, «¿Qué sentido intentar decir algo que alguien, seguramente, ya habrá dicho antes y mejor que yo?», «Seguramente a mi profe no le va a gustar mi forma de escribir y voy a reprobar», o quizás algo como, «¿Para qué mandarle el mensaje si de seguro no le gusto?».

Siguiendo esos pensamientos nos encontramos con la necesidad de no dar un salto hacia la primera letra. Y así, en lugar de dar el salto, recibimos con brazos abiertos a nuestra mejor amiga la procrastinación. Porque todos y todas sabemos que no hay nada más emocionante en el mundo que la adrenalina y el estrés que genera hacer la cosas a contra reloj, ¿verdad? No hay nada que infle más el ego que recibir una buena calificación o un elogio por algo que hicimos con los minutos contados. O al menos eso dicen… a mí nunca me ha pasado.

Bueno, ¿y a quién no le ha pasado? El ser humano que diga que jamás ha postergado algo te está mintiendo. El asunto es que en nuestras vidas hay momentos en los que puede parecer que no estamos haciendo nada de provecho o que estamos perdiendo el tiempo. Aquí hay otro gran paralelo entre la escritura y la vida: todo el tiempo en que no estamos escribiendo es tiempo en el que estamos pensando en escribir. Por ello, aunque para nada recomendable postergar hasta el último minuto, darnos un tiempo para pausar y pensar es la única forma de vencer el miedo al espacio vacío de un archivo, una hoja de papel, de una decisión.

Las páginas en blanco son también, muy a menudo, metáforas sobre nuevos comienzos. «Página 1 de 365», promulga el meme que tu amiga la más espiritual e iluminada compartió en sus historias de Instagram. ¿Cursi? Sí. ¿Trillado? También. Pero, como buen cliché, no por ello menos cierto. Por más que nos inclinemos a juzgar a los demás por sus formas de siempre buscar algo nuevo, las personas estamos siempre en busca de una nueva idea, una nueva emoción, una nueva historia, una nueva oportunidad, ¿y a quién no le da miedo lo desconocido?

Empezar a escribir a pesar del miedo algo como «miro la página en blanco…», sin importar mucho qué vendrá después. Confiar en que tienes el conocimiento suficiente para tener una opinión sobre algo y la disposición de expandir tus nociones. Invitar a alguien a salir porque el entusiasmo es más grande que el miedo al rechazo. Iniciar un nuevo año, una carrera universitaria a tus dieciocho, treinta o cincuenta años o vivir en un sitio hasta ahora desconocido para ti. Invitar a tu Rose a ver El Exorcista recostados en una tabla flotante improvisada en la sala de tu casa…
¿No suena eso como el inicio de una buena historia o, cuando menos, de una propia que te gustaría explorar? Escribir también es pensar. Vivir también es pensar. Asegúrate de llevar siempre contigo un cuaderno y una pluma, tu celular, tu laptop o un palo para escribir sobre la arena, nunca sabrás cuando empezarás a escribir tu siguiente historia o para cuando te pedirán tu siguiente proyecto Frankenstein en equipo.