Universidad Autónoma de Aguascalientes

TRAYECTORIA | Luciano Ramírez Hurtado

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El 29 de septiembre de este año, después de haber sido elegido como miembro correspondiente de la Academia Mexicana de Historia en 2019 y con una pandemia de por medio, se logró concretar el ingreso del doctor Luciano Ramírez Hurtado, profesor investigador del Departamento de Historia, con la lectura de su discurso sobre la “Soberanía y neutralidad en entredicho. Pancho Villa y la prensa gráfica capitalina durante la Convención de Aguascalientes”, que respondió el doctor  Javier Garciadiego Dantán, presidente de la Academia Mexicana de la Historia.

El doctor Luciano Ramírez Hurtado comenzó su trayectoria laboral en la Universidad Autónoma de Aguascalientes en 1989 como profesor de asignatura en el Departamento de Historia, y luego, en 1990, se convierte en profesor de medio tiempo; años después adquiere la responsabilidad de tiempo completo.  No obstante, a finales de la década de los noventa, quizá con más fuerza a partir de los 2000, comenzó a desarrollar proyectos de investigación de largo aliento.

En esta entrevista, nos comparte sobre sus intereses de investigación que han aportado a la historia regional, el devenir de la investigación histórica frente al mundo digital, así como de los compromisos adquiridos al ser miembro de la Academia Mexicana de la Historia.

¿Cómo inició su trayectoria de investigación en la Universidad?

Comencé a desarrollar proyectos de investigación de largo aliento con mayor ahínco por los años 2000, centrados en el estudio la Revolución Mexicana, particularmente de la Soberana Convención Revolucionaria, de 1914 a 1915; sobre todo porque en aquella época habían espacios de reflexión intelectual, se discutía el proyecto de nación, la idea de la revolución y otros aspectos de la Convención.  Como resultado de esos primeros trabajos de investigación, salió el libro sobre David G. Berlanga,  quien en su última etapa de  vida fue delegado por Aguascalientes ante la Convención hasta su ejecución por órdenes del general Francisco Villa.

Para mis estudios de doctorado, me interesé en cómo la Convención Revolucionaria había sido representada a través de imágenes, caricaturas o fotografías de prensa. Después, sobre cómo ha sido conmemorado el suceso histórico y a la vez distorsionado por parte de los gobiernos  post-revolucionarios en aras de una legitimidad política. Entonces, también analicé, por ejemplo, los murales del Palacio de Gobierno donde está representado el tema de la Convención en el Teatro Morelos, y en un muro que está en la Catedral sobre la misma temática.

Recientemente, he dedicado mi investigación más hacia el siglo XIX para estudiar temas que tienen que ver más con la historia de la educación, la historia de las familias prominentes y la enseñanza del dibujo. Ahora tengo un proyecto sobre la historia de la música y los gustos musicales considerando un periodo del siglo XIX al XX.

¿Qué prefiere: la docencia o la investigación? ¿Ambas se complementan?

Ambas me gustan pero el hecho de que ya por tu trayectoria y por tu productividad, es decir, las publicaciones de libros, capítulos o artículos o la dirección de tesis de pregrado y posgrado; fui reconocido desde el 2006 en el Sistema Nacional de Investigadores. Eso, aparte del reconocimiento nos dan un estímulo económico independiente de tu salario, entonces es muy grato que te reconozcan como Investigador Nacional y además recibas un estímulo económico; todo eso te compromete a seguir investigando, produciendo y publicando en editoriales de prestigio o en revistas que sean reconocidas por su por su calidad y exigencia académica.

Entonces, aún y cuando me gusta mucho la docencia,  mi carga académica está más enfocada a la investigación. Ambas me gustan, pero creo que sí me decanto más por la investigación porque me permite compartir el conocimiento una vez que se tienen los resultados y establecer contacto con colegas de otras universidades y centros de investigación. También nos permite estar a la vanguardia de lo que hay sobre ciertas áreas del conocimiento y en consecuencia podemos crecer intelectualmente. Esas investigaciones también las podemos compartir con los alumnos y enriquecer la docencia habitual porque con el conocimiento histórico que estamos generando a partir de documentos, archivos, hemerotecas o en la historia oral. Eso es, la investigación significa generar conocimiento histórico nuevo y compartirlo a través de eventos académicos o publicaciones.

¿Qué tan difícil es hacer este tipo de investigaciones históricas en un lugar como Aguascalientes?

Yo creo que el trabajo de investigación histórica es difícil en todos lados porque es un trabajo arduo donde el investigador tiene que buscar las fuentes, hacer acopio de ellas, recabar información de esas distintas fuentes;  entonces depende del trabajo de investigación, su naturaleza y su temática. Estar en provincia aparentemente sí es una desventaja, porque por ejemplo el Archivo General de la Nación está en la Ciudad de México o la Hemeroteca Nacional ubicada en la zona cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entonces se complica el traslado y permanencia allá por lo días que se requieran hacer las consultas. También cuando se requiere investigar en otras bibliotecas como las del Instituto Mora, la propia UNAM o El Colegio de México, que resguardan muy buenas colecciones. En ese sentido, sí tenemos cierta desventaja quienes vivimos en provincia

Sin embargo, el hecho de que Aguascalientes cuente con el Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes, el Archivo General Municipal, el archivo general e histórico del Instituto Cultural de Aguascalientes o el de la propia Universidad Autónoma de Aguascalientes y la Bóveda Jesús F. Contreras, nos condiciona a los investigadores a realizar proyectos de carácter regional, es decir, que tengan que ver con Aguascalientes en alguna de sus etapas, ya sea durante el virreinato, la época del México independiente, o el periodo de la revolución y la post-revolución.

Algo importante que no se debe perder nunca de vista, es que el historiador tiene la obligación de no quedarse en una historia parroquial, en una historia muy desde dentro, sino que siempre tiene que tomar en cuenta los contextos históricos ya que la historia regional también demanda tomar en cuenta lo que sucede en el país y en el mundo para poner en perspectiva el objeto de estudio.

¿Qué retos representa para los estudiantes de historia y los investigadores los archivos digitales y la incertidumbre sobre los soportes para poder visualizar la información?

Entiendo el problema. Es aparentemente grave porque estamos en la era digital. Muchos periódicos, revistas o libros ya no se imprimen, sino que están en libros electrónicos; aunque hay periódicos que siguen imprimiendo en papel, pero también en formato electrónico o digital. Algo que sí se va a perder,  son las cartas, esa relación de epistolar que antiguamente se escribía una carta, la respondías, y la gente dejaba copia de lo que había escrito para llegar a conocer los diálogos o la relación epistolar entre las personas. Eso sí ya se perdió.

Ahora se está el usando el WhatsApp, Facebook y otras plataformas y redes sociales, eso de alguna manera se guarda. Hay instituciones, hay países que están preocupados por salvaguardar ese tipo de soportes digitales para su consulta en el futuro, pero quizá esa voluntad o posibilidad no la tienen todos los países ni todas las instituciones. Entonces,  la gente del futuro tendrá que reinventarse en el sentido de que tendrán que buscar sus fuentes en otras plataformas y  soportes.

Yo me mantengo optimista y pienso que los libros continuarán pese a quienes dicen que los libros están muriendo, eso no es cierto; eso lo dijeron hace 20, 30 años y se siguen imprimiendo. Personalmente, yo soy a la antigüita, prefiero leer un libro en físico, casi casi oler el papel y sentir la materialidad, oler la tinta, en lugar de leer una pantalla. Pero utilizo ambas cosas, pues  ahora puedes ir a un archivo, tomar fotografías o escanear las imágenes que después analizas desde la comodidad de tu cubículo para incorporarlas a tu investigación. Creo que los historiadores tenemos que apañárnoslas, tenemos que ingeniárnoslas para buscar las fuentes donde quiera que estén. Y en el futuro tendrán que hacer lo mismo. Tendrá que haber una coexistencia entre lo digital o lo impreso; echar mano de la historia oral a pesar de su grado de subjetividad. Es labor del historiador buscar la objetividad contrastando distintas fuentes y echar mano de esos recursos como la historia oral que es información que no existe en ningún lado, por lo que al momento de realizar una entrevista, estás generando tu propia fuente de la cual vas a abrevar para construir una historia.

¿Qué va a suceder en 40 o 50 años? No tengo idea, a lo mejor ni siquiera llego a estar en este mundo, pero la tarea de los investigadores y los historiadores será seguir haciendo historia de su pasado inmediato y remoto. La historia siempre va a ser necesaria, siempre, siempre.

La Universidad Autónoma de Aguascalientes es mi fuente de trabajo en la que me siento muy a gusto y muy contento. Sí me siento respaldado y sí me siento apoyado por la institución, pues tienes tu carga académica, te dan tiempo para para investigar, hay un apoyo, hay un presupuesto… son apoyos que otras instituciones no las tienen. Aquí somos privilegiados.

 

¿Qué representa para usted el ingreso a la Academia y qué trabajo estará realizando?

Me significa mucho el ingreso a la Academia Mexicana de la Historia porque es una corporación con más de 100 años, es correspondiente de la Real de Madrid y por ahí han pasado muchos de los mejores investigadores e historiadores de este país: Silvio Zavala, Edmundo O’ Gorman, Elisa Vargas Lugo, Justino Fernández, Manuel Toussaint, Aurelio De Los Reyes, Antonio Rubial, Eduardo Matos Moctezuma, Rodrigo Martínez Baracs, en fin, gente que ves a diario en la prensa, cuentan con publicaciones y reconocimientos por sus méritos académicos en instituciones mexicanas o del  extranjero. También porque la Academia Mexicana de la Historia tiene muchas actividades a través de cursos, conferencias o diplomados en los que todos pueden participar.

Por otra parte, desde el 2018 cuando tomó la presidencia de la Academia Mexicana de la Historia del doctor Javier Garciadiego, se ha ampliado el número de miembros o de miembros corresponsables de provincia, tanto de centros de investigación como de universidades de México y del extranjero; entonces eso nos ha dado un aire de frescura y nueva vida a la Academia porque ha extendido, digamos, sus tentáculos y sus raíces hacia otros horizontes. Entonces por todo eso estoy muy contento y me siento orgulloso de pertenecer a la Academia Mexicana de la Historia. Creo que en lo personal y me parece que también para la Universidad Autónoma de Aguascalientes le viene bien que haya dos miembros de la institución en esta muy prestigiada Academia Mexicana de la Historia.