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PDF | 682 | Hace 12 meses | 24 noviembre, 2023
Dra. en Admón. Sandra Yesenia Pinzón Castro
En esta ocasión, quiero compartirles el mensaje que dirigí a la comunidad de la Universidad Autónoma de Aguascalientes y a la sociedad en general, por motivo de la entrega del Doctorado Honoris Causa que nuestra casa de estudios otorgó a Dolores Castro Varela, Aurelio de los Reyes García Rojas y Alfonso Romo de Vivar. Espero que el texto sea de su interés, disfrute y utilidad:
En los albores del verano de 1973, interrumpidos de cuando en cuando por el tañido de campanas que hacían vibrar a la majestuosa cúpula de San Diego, un grupo de docentes visionarios del Instituto Autónomo de Ciencias y Tecnología se propuso atender la falta de oportunidades de los jóvenes aguascalentenses, quienes se veían obligados al exilio, buscando continuar con sus estudios en otras latitudes o truncaban sus sueños profesionales a falta de universidad en nuestro estado.
En la certeza de estar plantando la semilla del más grande árbol de cultura y conocimientos que habría de florecer en la entidad, nuestros fundadores comenzaron la tarea de transformación del instituto en la Universidad Autónoma de Aguascalientes.
Decía el gran novelista León Tolstoi que el único modo de ser felices es vivir para los demás. Yo agregaría que la felicidad, cuando nace de la entrega generosa, trasciende las fronteras de los individuos y, por ello mismo, puede tocar a comunidades enteras, incluso a lo largo de varias generaciones.
Por eso, a 50 años de su fundación, este árbol –gestado para el servicio del prójimo y del conocimiento- ha florecido en abundancia, dando más de 90 mil egresados a la sociedad: 90 mil frutos que han llevado con mucha generosidad conocimiento, desarrollo, arte y cultura a Aguascalientes y al país.
Sin duda, nuestra entidad tendría una cara muy distinta si no existiera esta casa de estudios; si no pudiéramos contar con sus egresados y con los innumerables proyectos y servicios, que año tras año brindamos a toda la sociedad. Si no hubiese nacido la Universidad Autónoma de Aguascalientes y la cascada de instituciones educativas que le siguieron, se habría multiplicado la fuga de talentos locales, ocasionando la pérdida de incontables aportes humanistas, académicos, artísticos y sociales.
Hago énfasis en esto porque, como parte del cincuentenario de nuestra institución, queremos hacer un merecido homenaje a tres destacados artistas y científicos de esta tierra, quienes, paradójicamente, no egresaron de nuestra universidad ni viven en Aguascalientes. Cuando salieron de bachillerato aquí aún no había universidades. Afortunadamente, su voluntad, inteligencia y proyección les impulsó a emigrar y quemar las naves en otras regiones, donde encontraron condiciones adecuadas para
desarrollarse. Así, quienes hoy reciben el más alto honor que otorga nuestra casa de estudios son ejemplo claro de dos cosas:
· Primero: constituyen, por la vía del contraste, una muestra de lo necesaria que fue la creación de esta universidad autónoma, a fin de captar y potenciar aquí mismo a las mejores mentes de nuestro estado, para beneficio de la sociedad. Dolores Castro Varela, Alfonso Romo de Vivar y Aurelio de los Reyes García Rojas se suman, de esta forma, al puñado de ejemplos del talento intelectual y artístico que existía y existe en la entidad, y que solo necesita las condiciones adecuadas para convertir esa capacidad latente en una fuerza generadora de arte y de conocimiento.
· Segundo: a través de sus obras, de su magisterio y su indiscutible amor por el conocimiento, nuestros homenajeados encarnan inmejorablemente los valores y la esencia de la universidad; aquello que inculcamos a nuestros alumnos y nos recordamos cada día como el eje del quehacer universitario: ser luces que iluminen; luces que desde el humanismo, el conocimiento, la racionalidad y la ética, alumbren el entorno y generen mejores condiciones de vida para los demás.
Así, porque en la doctora Dolores Castro y los doctores Alfonso Romo y Aurelio de los Reyes reconocemos la realización de los valores institucionales; porque en sus trayectorias encontramos una fuente de inspiración y la prueba fehaciente de que la voluntad y la pasión por las ciencias y el arte cambian al mundo; y porque directa e indirectamente sus frutos han impactado de manera positiva en Aguascalientes, queremos otorgarles este Doctorado Honoris Causa, con la consecuente integración al claustro de nuestras figuras tutelares.
Hace tiempo, cuando a Chavela Vargas le dijeron que, como era costarricense no podía decirse mexicana, ella respondió que era orgullosamente nuestra compatriota, porque los mexicanos nacían –disculpen la expresión— donde les daba la “$%&* gana.
Quisiera robar la sabia frase de la cantautora para arropar a los tres admirados colegas y decirles que, aunque estudiaron y construyeron sus carreras y sus obras en otras ciudades, siempre han sido y serán de los nuestros; son, definitivamente, profesores ilustres de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, porque desde la distancia, con la estela de su trabajo, sus logros y su ejemplo, han sido una fuente de inspiración para nuestra comunidad universitaria y para miles de personas más.
Al leerlos, escucharlos y ver sus obras muchos hemos encontrado claridad e inspiración, y hemos corroborado que, a pesar de los obstáculos, siempre se pueden alcanzar las metas que nos pongamos, y desde ahí brindarnos a los demás para hacer que la luz del saber, las ciencias, las artes y el humanismo iluminen a más personas.
En eso pienso al encontrarme con la prolífica obra y la filmografía de nuestro querido doctor Aurelio; también al ver con fascinación los descubrimientos y estudios químicos de nuestro admirado doctor Alfonso; y, finalmente, cuando me dejo llevar por ese océano de luz sonora que es la obra poética de la maestra Lolita.
Y, como ella no se encuentra más entre nosotros, quisiera, en honor a su memoria, recobrar un instante su pensamiento. En una de sus últimas entrevistas, la poeta expresó que “la poesía nos enseña a encontrar caminos más luminosos para ser y no solo estar viviendo el día”. “La poesía –concluyó– es una forma amorosa de ver el mundo”.
En alguna de sus disertaciones, la filósofa María Zambrano dijo que las ciencias, la filosofía y el arte compartían la base común de las mismas preguntas, miedos y epifanías. Siguiendo a la poeta aguascalentense y a la filósofa española, creo que nuestros doctores Honoris Causa, Aurelio de los Reyes y Alfonso Romo, estarán de acuerdo en que, cuando se hacen con pasión, los descubrimientos y los frutos de las ciencias y las humanidades son una forma de hacer poesía, porque también nos permiten encontrar caminos más luminosos para entender nuestro entorno, para ser plenamente en él, y para alcanzar, desde el conocimiento, la trascendencia.
Para concluir, en este marco de conmemoración y homenaje, quiero invitarlos a no olvidar lo fundamentales que son las instituciones educativas autónomas, porque desde la ellas se puede buscar y transmitir la verdad, sin ataduras ideológicas y políticas; invitarlos también a reflexionar en que no tendríamos desarrollo social sin las artes y las ciencias y, por ello, sin la presencia de universidades fuertes, o sin académicos y artistas, con plena libertad para esparcir su conocimiento, sus críticas y su creatividad, como se esparcen las semillas en la tierra fértil.
Necesitamos apostar por la luz, la solidaridad, la autonomía, los necesarios contrapesos y el conocimiento, porque solo desde ahí podremos construir un mejor lugar para vivir.
Enhorabuena a nuestra y nuestros nuevos doctores Honoris Causa, y muchísimas gracias por todo lo que nos han dado. De verdad, muchas, muchas gracias.