Reseña histórica

El 24 de marzo de 1995 se aprobó el Plan de Estudios la primera Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública en el estado de Aguascalientes, misma que un lunes 7 de agosto abrió las puertas de sus aulas para recibir a la primera generación partícipe en el estudio del poder y los fenómenos políticos.

Tal como ha ocurrido en casi cualquier espacio de enseñanza e investigación de la disciplina, su desarrollo y transformaciones han estado marcados por influencias exógenas y endógenas: las primeras, por ejemplo, tienen que ver con el propio ambiente sociopolítico en los niveles internacional, nacional y por supuesto el regional o local. Sin embargo, la apertura de la licenciatura respondió a la necesidad de formar profesionales que se integraran a los espacios que demandaba dicho contexto, tanto hombres de Estado que se incorporan al ejercicio y administración del poder en las estructuras gubernamentales, así como especialistas críticos que analizaran los orígenes y consecuencias de dicho ejercicio, para comprenderlo y explicarlo, ya fuera desde espacios de la sociedad civil, como desde la distancia propia del investigador.

Con una duración de diez semestres en su apertura en 1995 y actualmente con nueve semestres a partir de su nuevo plan aprobado en 2016, la licenciatura ha sido influida por las propias características institucionales de nuestra Universidad.

Nuestros estudiantes han sido la principal razón de existir y mejorar. Teniendo pendiente una necesaria recopilación de experiencias producto de un seguimiento minucioso, podemos, no obstante, estar orgullosos de que decenas de ellos al egresar ha continuado sus estudios en programas de posgrado en instituciones de la más alta exigencia en el país y el extranjero a través de becas del CONACyT. En el campo laboral, ya sea como profesores e investigadores en universidades, como directivos y trabajadores en empresas privadas y medios de información, legisladores en el Congreso del Estado y en el Congreso de la Unión, como funcionarios públicos de los tres órdenes de gobierno, como miembros destacados del servicio profesional del INE, o bien como líderes y dirigentes de partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil.

La disciplina ha recibido, desde su creación y ofertando un grupo por año, un poco más de 950 alumnos, y logrando egresar alrededor de 500 en sus 18 generaciones que conforman estos 22 años. Actualmente, la matrícula de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública, consta de 162 estudiantes a través de las cinco diferentes generaciones cursantes.

Asimismo, 44 alumnos destacados que han cursado sus estudios de 2009 a 2017 han logrado ser beneficiados de los programas de intercambio estudiantil, produciéndose la mayoría de éstos en instituciones importantes dentro del país, así como en prestigiadas universidades de América Latina y Europa.

Además, en lo concerniente a evaluaciones y acreditaciones de la disciplina, realizadas por importantes organismos externos, destaca la reacreditación del programa educativo por parte de la Asociación para la Acreditación y Certificación en Ciencias Sociales A.C. (ACCECISO), durante el año 2009, misma que se distinguió con importantes calificaciones en nivel satisfactorio.

De la misma manera los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior (CIEES), durante 2010 calificaron a la carrera con niveles altos en la pertinencia académica y del servicio social, al igual que la demanda académica y la renovada estructuración del plan de estudios, entre otros elementos y en el 2014 fue ratificada con el nivel 1 por su calidad académica.

La licenciatura es muestra de solidez para el estudio de los temas clásico y nuevos de la disciplina: partidos políticos, sistemas electorales y de partidos, comportamiento político, cultura política, parlamentarismo, élites, sindicalismo, formas de Estado, género y política, políticas públicas, ideológicas, ciudadanía, justicias, corporativismo, presidencialismo, gerencia pública, comunicación política, ingeniería institucional y un largo etcétera que encontrarán un punto de equilibrio para responder a los nuevos retos del politólogo del siglo XXI.