Universidad Autónoma de Aguascalientes

Reconocer lo avanzado también es un acto de sororidad

PDF | 73 | Hace 2 semanas | 13 marzo, 2025

Dra. en Admón. Sandra Yesenia Pinzón Castro

 

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En varias ocasiones, la famosa antropóloga y activista Rita Segato ha afirmado que, para ella, el movimiento feminista, estructurado de la manera en que lo conocemos, se articuló a partir de la publicación de la obra de Simone de Beauvoir. Desde entonces –expresa Segato– hemos transitado por más de siete décadas de lucha, reflexión y conocimiento acumulado, gracias a lo cual hoy día estamos consolidando una serie de logros incuestionables que para nuestras madres y abuelas hubieran sido completamente inimaginables. Yo me atrevería a decir que, por el registro de diversos antecedentes históricos, esta lucha es mucho más antigua y, por lo mismo, mucho más ardua de lo que se podría pensar.

Por lo anterior, el 8M y el mes de marzo en general sí debe ser, en estos términos, un tiempo en el que podemos y debemos celebrar nuestros avances y logros, en todos los ámbitos donde ha habido una transformación en el pensamiento y la conducta de las personas a favor de la igualdad de género y la erradicación de las inequidades y la violencia.

Sí debe ser un marco que nos permita mirar atrás y comparar cómo vivían las generaciones que nos precedieron y cómo vivimos nosotras, para luego –entonces sí– extender la vista hacia adelante, sabiendo con claridad en qué hemos avanzado, en dónde no y, por lo tanto, en dónde tenemos todavía pendientes dentro de esta lucha tan importante a favor de la igualdad sustantiva y la no violencia por razones de género.

En otras palabras, debemos celebrar no en el sentido de “echar las campanas al vuelo”, sino de reconocer y aplaudir el inmenso trabajo y los pasos avanzados por nuestras predecesoras. Si lo pensamos bien, este reconocimiento también es una forma de sororidad, pues visibiliza y reivindica a todas las mujeres que en distintos momentos de la historia, antigua y reciente, picaron piedra o limpiaron el camino para que hoy día, con la explosión de oportunidades en nichos fundamentales, como el de la política, la educación, las artes, el campo laboral y el conocimiento científico, las mujeres estemos accediendo a espacios que en el pasado nos fueron implícita o explícitamente vedados.

Lo anterior no quiere decir que el trabajo esté concluido. A la sociedad que representamos le está tocando vivir un momento de bastante complejidad, donde posturas extremistas, tanto de derecha como de izquierda, han logrado ascender a posiciones de poder importantes y, como suele suceder siempre que cedemos la iniciativa a grupos radicalizados,  sus disputas tienen el inmenso potencial de destruir parte del camino que hemos levantado en aras de conseguir la igualdad y la paz; esto en perjuicio ya no sólo de las mujeres, sino de los derechos humanos en general.

Por lo tanto, la coyuntura en la que nos encontramos nos conmina, en el marco de un mes tan importante en la lucha por la igualdad, a valorar las metas alcanzadas por miles de mujeres a lo largo de muchas décadas, y simultáneamente a reflexionar cómo debemos seguir construyendo y proyectando nuestro futuro sobre la base de lo ya conseguido. Creo que en esta reflexión no debemos dejar de lado que muchísimas instituciones y una gruesa parte de la sociedad -que incluye también a los hombres- desean un mundo donde todas y todos gocemos de los mismos derechos, las mismas oportunidades y la misma dignificación que merecemos por el simpe y sencillo hecho de ser personas.

Así, entendiendo que sobre todo hoy es necesario sumar desde la empatía, el humanismo y el respeto a los derechos humanos, busquemos que nuestra sororidad se extienda hacia una solidaridad generalizada, donde el feminismo siga siendo una búsqueda de igualdad sustantiva, en la que toda la sociedad sea respetada e incluida.

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