BOLETÍN DE PRENSA No.055 –>>

• Se presentó el libro “Diego Rivera. Pintor de templos de Estado”.
• Necesario reivindicar el papel del arte como una alternativa a diferentes problemáticas: JJ.

En la Universidad Autónoma de Aguascalientes se presentó el libro “Diego Rivera. Pintor de templos de Estado”, del crítico de arte e investigador Jorge Juanes, quien expone un análisis morfológico formal y riguroso sobre las estructuras pictóricas del muralismo, que con sus claroscuros marcó la historia del arte mexicano, aunque también opacó a otros artistas que merecen ser rescatados de la memoria.

Al respecto, comentó que algunos artistas fueron opacados por el muralismo, como María Izquierdo, a quien le impidieron hacer murales en la alcaldía de la ahora Ciudad de México, los ataques contra Mathias Goeritz cuando fue nombrado museógrafo de la Universidad Nacional, o las adversidades que enfrentó Germán Cueto; por lo cual expone en su libro una crítica a la corriente pictórica que presentó un simulacro en defensa de la cultura ancestral, presentando indígenas imaginarios pero no los reales, partiendo del centralismo, el aztequismo y la identidad de un país propuesta por el Estado.

Esto lo comentó en entrevista el catedrático de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, quien destacó que es indispensable revalorar el arte como una alternativa ante las problemáticas del sistema económico o el racionalismo, permitiendo reivindicar incluso la sexualidad, la sensualidad o la física del mundo, pues el acto artístico en suberversión, un vehículo de transgresión y contestación que no necesita de apoyos exteriores, pues genera su propia sabiduría, la cual debe ser reconocida.

A través de su libro, “Diego Rivera. Pintor de templos de Estado”, Jorge Juanes expone una breve síntesis de la pintura en México a partir de la conquista hasta el siglo XIX, donde se mezcla la influencia europea con la cultura de los pueblos originarios, para pasar a una crítica sobre la obra de Diego Rivera.

Al respecto, comentó que Diego Rivera, al ser apoyado por el Estado, ilustró la historia de México a manera de una pedagogía en la cual convergen la tesis oficialista del gobierno en su momento con una visión marxista que oscila incluso entre el stalinismo y el trotskismo, lo cual impulsó posteriormente el debate con otro muralista emblemático: Siqueiros, quien criticó a Rivera señalándolo como un autor de pinturas para turistas que usaba medios pictóricos anticuados.

Sin embargo reconoce que, a pesar de sus diferencias, ambos creadores identificaban a las tendencias artísticas de su momento, a las vanguardias, como un enemigo de clase, por lo que propugnaban por el realismo socialista como un recurso de crítica contra la burguesía, lo cual exponía un dogma presente en el arte mexicano de su época.