Francisco Javier Avelar González
El día de ayer, en la Universidad Autónoma de Aguascalientes celebramos el vigésimo aniversario de la Licenciatura en Enfermería (aunque como carrera técnica tiene una vida de más de 50 años en la entidad y en nuestra institución).
En el evento de conmemoración charlamos sobre esta loable profesión, tan necesaria en toda sociedad. Su labor, comentamos, representa en la práctica el designio metafórico que Desiderio Macías Silva nos dejó como lema: ser luz que ilumina. Como una feliz coincidencia, una lámpara encendida es el símbolo que representa a los profesionales de la enfermería; esto en honor a Florence Nightingale, mujer londinense del siglo XIX, considerada la precursora de la enfermería moderna (Para el anecdotario: según cuenta la historia, durante la Guerra de Crimea (1853-1856) a donde Nightingale se trasladó para ayudar a cuidar heridos, esta gran enfermera acostumbraba pasearse por las noches en el hospital, con una pequeña lámpara, para revisar personalmente el estado de los pacientes).
En el afán de compartir con ustedes el mensaje que expresé el día de ayer en el evento mencionado, lo transcribo en las siguientes líneas. Espero que sea de utilidad y de su agrado:
En Hospital británico, un desconcertante libro sobre la enfermedad, Héctor Viel Temperley escribió lo siguiente: “Voy hacia lo que menos conocí en mi vida: voy a hacia mi cuerpo”. Esta frase poética sobre la incomprensión del dolor, y el misterio de la pérdida de la salud, puede servir también como un recordatorio, implícito, de que la experiencia de la enfermedad es ineludible y personalísima. No hay manera alguna de sentir en carne propia el sufrimiento ajeno; pero sí podemos concebir, por analogía, la sensación de malestar de los enfermos que nos rodean.
Vencer temores y aversiones para ayudar al enfermo, a costa de desatender nuestros asuntos e incluso de exponer la salud propia, requiere de nobleza, un alto sentido humanitario y una gran vocación de servicio. Quienes se dedican a la medicina y a la enfermería son, tal vez, los casos paradigmáticos que cumplen a cabalidad con esta descripción. Sin embargo, son los últimos quienes llevan a un extremo a veces heroico esta labor de servicio, porque su trabajo es acompañar al enfermo durante los periodos más álgidos del proceso.
Nadie está exento de caer gravemente enfermo y, por lo mismo, la formación de profesionales de la salud es una necesidad social y sanitaria de primer orden. Cada año mueren 40 millones de personas a causa de enfermedades no transmisibles (esto equivale al 70% de las muertes anuales en el mundo). Hablamos sólo de los casos de fallecimiento; dimensionemos entonces cuántos millones de personas requieren anualmente de los servicios y la asistencia de quienes se dedican a la medicina o a la enfermería.
En el caso particular de nuestro estado, contamos con una población actual de casi un millón 200 mil habitantes, lo que supone una demanda muy alta de especialistas en la salud, a la cual responden justamente carreras como la Licenciatura en Enfermería que ofrece nuestra universidad, desde 1998. Ciertamente, el Instituto Autónomo de Ciencias y Tecnología, predecesor directo de nuestra casa de estudios, ya ofertaba desde 1962 una carrera técnica con esta especialidad.
De esta forma, la Universidad Autónoma de Aguascalientes puede considerarse la principal formadora de profesionales de la enfermería de nuestra región y hoy, en el vigésimo aniversario de esta licenciatura, es digno de elogiarse. A lo largo de todo este tiempo, nuestra institución ha formado integralmente a miles de egresados especialistas en el cuidado de pacientes, que con su labor contribuyen al bienestar de la sociedad.
También es digna de reconocimiento la Reacreditación que nos ha otorgado hace unos momentos el Consejo Mexicano para la Acreditación de Enfermería, quien ha valorado que el plan de estudios, las instalaciones, el cuerpo docente y las dinámicas de enseñanza-aprendizaje aplicadas en la Licenciatura en Enfermería de nuestra institución, cumplen con estándares de calidad sobresalientes. Esto habla, sin duda, del compromiso y la preparación de quienes hacen posible a este programa educativo.
Los felicito por el vigésimo aniversario de esta noble carrera y por la organización del octavo Congreso Universitario de Enfermería. Exhorto a nuestros futuros egresados a continuar su preparación académica y personal, teniendo en cuenta siempre que en el ejercicio diario de su profesión estarán atendiendo a personas con miedos, dolores, inquietudes y necesidades, que muchas veces no sólo requieren de un tratamiento, sino que también necesitan del afecto y la empatía de quienes los están atendiendo. Los invito a ser excelentes profesionales de la enfermería y mejores seres humanos.